jueves, junio 01, 2006

La impunidad del encapuchado

Por Víctor Malumián


Los diarios, como el resto de los medios masivos, intentan brindar algunas de las herramientas necesarias para comprender la realidad. No sólo información pura, sino una lectura y un recorte sobre los hechos que, indefectiblemente, se torna tanto espacial como político. Comprender a los medios, es otra manera de acercarnos a un análisis más complejo del cuadro socio-político que nos rodea. Existen varias formas de descifrar las lecturas que se deslizan entre líneas dentro de las noticias. Una de ellas es tener en cuenta la ideología o línea editorial del medio.
Las editoriales expresan, por definición, su postura ante los hechos más relevantes que condicionan la actualidad nacional o regional en sus editoriales. Delinean su postura ideológica y se interesan por ejercer una influencia en quien las lee mediante una argumentación que sustente sus opiniones. La Nación al igual que Clarín son un actores políticos como podrían serlo las ONG, La Iglesia o el ejército. En el devenir cotidiano ostentan una cuota de poder en busca de posicionar su influencia en las cuestiones públicas y a su vez, lucrar en el mercado de la información.
Hoy en día La Nación vende en promedio de 163.287 ejemplares durante la semana y en los fines de semana la suma se eleva muy por debajo de las expectativas a unos 261.531 contra unos 884.058 ejemplares que vende Clarín los días domingo y 124.814 ejemplares del Diario Popular. A pesar de esta sensible diferencia La Nación es un diario de referencia que ningún gobierno puede ignorar. Existen diversas razones por las cuales no puede ser eludida la línea editorial, una de ellas son sus lectores. Es sabido que son de clase media alta, con buenos ingresos, por lo general profesionales con una tendencia ideológica conservadora. No es extraño que los clasificados, tanto laborales como los obituarios, actúen como marca de clase del diario.
Nos proponemos entonces saber a quién y cómo le habla desde sus editoriales el último refugio de los diarios formato sábana. Recortamos el corpus a las últimas quince editoriales dedicadas a los piqueteros entre Marzo y Octubre


Valores eran los de antes

“…Los testimonios de asistentes a recientes actos públicos en la provincia de Buenos Aires encabezados por el presidente de la Nación y su esposa, que dan cuenta de que recibieron bolsones son alimentos en pago por su presencia en esos mitines, son tan sólo una arista de una lamentable cultura política vinculada con la utilización de la ayuda social como herramienta electoral y con la denigración de personas de condición humilde…”

Tanto su prosa como los valores morales a los cuales apela remiten a una frase que definió al diario por mucho tiempo y aún lo hace “mira desde arriba a los de arriba”. Mediante ésta afirmación Roberto Sidicaro explica que La Nación influye a los sujetos con decisión tanto política como económica. No sólo se plantea como el deber ser de la sociedad sino que lo hace desde un estrato mayor a los mismos dirigentes que se ocupan de dirimir sobre la cuestión pública.
A la hora de observar las elecciones que hace La Nación tanto desde su prosa como la argumentación que utiliza, es interesante pensar cual era el universo posible de opciones, y desde ese universo intentar comprender porque un diario elige un tipo de argumentación y no otra.


Coyuntura versus estructura

“…La reaparición de piqueteros encapuchados portando palos en las calles de Buenos Aires debe ser motivo de gran preocupación, tanto por las derivaciones violentas que podría tener como por la actitud permisiva de las autoridades frente a este tipo de manifestaciones…”

La descripción que se ofrece sobre los piqueteros proyecta una imagen sobre el lector, que no sólo es parcial sino subjetiva, y tiene por intento trazar una analogía con los forajidos o los salvajes quienes se cubren para cometer delitos y portan algún tipo de arma para amenazar a quienes intenten detenerlos. Otro sería el caso si la editorial se extendiera sobre el porqué de su indumentaria.
Podríamos denominar un análisis coyuntural aquel que no se remonta a las causas de la situación ni al escenario que lo rodea, en este caso las causas que motivan a los piqueteros a ocultar sus rostros son las cámaras de la policía que luego de identificarlos permite buscarlos por fuera del conjunto piquetero para detenerlos y los palos actúan como barrera al perímetro que acompaña a la marcha piquetero para que no se infiltren personajes que suelen romper vidrieras para resignificar la marcha. Un análisis estructural debería trascender la barrera de la inmediatez y eliminar la mayor cantidad de supuestos periodísticos a la hora de redactar las noticias y fundamentar las opiniones.
El hecho de que un diario como La Nación que ni remotamente sopesa las causas de los fenómenos que causan las reacciones que describe sea llamado estructural no sólo nos muestra el nivel de exigencia en relación al periodismo sino el nivel de los diarios que lo rodean que hacen que a comparación éste parezca, en sus análisis, un analista en profundidad.
Un sujeto lector, puede adherir o rechazar estas decisiones de los manifestantes a cubrirse la cara pero un diario no puede darse el lujo de omitirlas, esa decisión, la de omitir ciertos datos de relevancia es la acción que destruye la objetividad y cuanto más burda se torna más fácil es detectar la tendencia ideológica de quien escribe.


El respeto por la ley y el orden.

“…Hemos reclamado con insistencia desde esta columna la necesidad de que las autoridades garanticen el orden público frente a las manifestaciones piqueteros (…) El código contravencional de la ciudad de Buenos Aires establece claramente las sanciones para quienes obstruyan la vía pública (…) No debe perderse de vista cuál es el límite entre la legalidad y la ilegalidad (…) donde es lo mismo cumplir la ley que no acatarla.

“…Volver al respeto por las leyes nos permitirá retomar el siglo XXI, al que el caos artificial montado con fines políticos y económicos personales nos sigue impidiendo llegar…”


Nada más que en la editorial del 11 de Octubre de 2005 se pueden leer 4 menciones al respeto de la ley. Llama la atención este lenguaje que remite al acatamiento de las leyes (nótese la jerga militar) y la necesidad de un tipo de orden en particular. Aquí, orden se entiende como punto de equilibrio, como nivel de interacción de una sociedad. Durante la década del ‘70 se tuvo un tipo de equilibrio, sobre todo después del ’76 donde se prohibieron las reuniones en la vía pública; el la década del ’80 ese punto de equilibrio eclosionó por la vuelta a la democracia. En la década de los ’90 el punto volvió a variar hacia un desinterés por la política sustentado en la tranquilidad que brindaba la economía.
Hoy en día ese punto de equilibrio está cambiando nuevamente, el equilibrio y el orden no necesariamente están ligados a la no mutabilidad de la realidad o a la rutina. Así como Keynes alguna vez dijo que la economía tiene su equilibrio inevitable en un ciclo de auge y crisis, el devenir político también puede correr la misma suerte.

“…En consecuencia, resulta indispensable que desde el poder judicial se marque que no es posible en una sociedad que se precie de civilizada que cada uno haga lo que le parezca sin respetar el derecho de los demás…”

“…Al igual que en le lamentable conflicto desarrollado en el hospital Garraham, debemos recordar que cualquier ciudadano tiene derecho a demandar una mejor retribución; lo que no puede hacer es extorsionar a las autoridades sembrando el desorden en las calles…”

Al seguir la línea editorial de La Nación se desprende la idea de que las manifestaciones no son parte del orden de una sociedad, sino una anomalía, una patología que debe ser extirpada ya que suspende el orden preestablecido. Por otra parte, pareciera haber una visión ingenua de las protestas. Las editoriales balbucean la idea de que existe una protesta correcta y otra incorrecta; la correcta es la que no molesta por ende se extiende en el tiempo sin encontrar una solución al problema que la originó y la incorrecta es aquella que molesta a los usuarios o peatones.
Ahora bien, cuando el hospital no tiene insumos, los trenes circulan por fuera de los estándares de seguridad y los aviones se estrellan; el diario se pregunta cómo nadie controló este medio de transporte o este hospital. En el reclamo social existe una cuota de control hacia las condiciones en las cuales se desempeñan todos los días los empleados de las aerolíneas, hacia la falta de insumos en hospitales o bien la falta de oportunidades laborales que lleva a ciertos sectores de la población a un clientelismo político.
Por último, es interesante pensar en las argumentaciones de los opositores ideológicos del diario. Cuando La Nación se basa en las leyes, sus opositores les responden, no sólo el derecho a protestar sino el derecho a trabajar también están amparados por la Constitución, y que el gobierno fue el primero en violar sus derechos, en romper el contrato social.


El tercero pícaro.

En uno de sus libros Borrat propone cuatro tipos de posturas que puede tomar un medio gráfico ante un conflicto como sería en este caso el de los piqueteros. Por un lado, tenemos las posturas por fuera del árbitro donde el diario se posiciona del lado de la ley sin importar las consecuencias y por otro el mediador que intenta negociar y conciliar.
Luego se delinean las posturas para aquellos diarios que están interesados en el conflicto y no pueden posicionarse como neutrales. Divide y reinaras es la postura donde el diario están dentro del conflicto y desea sacar ventaja y El tercero pícaro es cuando el diario no se divisa dentro del conflicto pero igualmente desea sacar ventaja.
En un primer análisis podríamos asegurar que ante el continuo retorno a las leyes La Nación podría ser descripto como un diario anclado en la postura de árbitro pero eso sólo sería un análisis coyuntural de la situación. Al tomar en cuenta la pelea por la pauta publicitaria oficial y el tipo de lector al que apunta desde su contrato de lectura la postura se matizan los aspectos a juzgar, y se puede divisar cierto interés del diario por mostrar uno de los problemas políticos que el gobierno no logra solucionar de forma que conforme a la sociedad. Más aún si tenemos en cuenta que los sectores conservadores a los que se dirige el diario son aquellos que más repudian las concentraciones y movilizaciones piqueteros. Tampoco es ajeno el brusco cambio de La Nación suedo-oficialista durante el gobierno de De la Rúa a claro opositor con el actual, no se debe a una mera cuestión ideológica, lo cual se observa en la siguiente cita:

“…El primer mandatario de nuestro país ha proclamado en varias oportunidades que se ha iniciado una nueva forma de hacer política, dando a entender que la corrupción es cosa del pasado. Lamentablemente, la transparencia en la gestión sigue siendo una asignatura pendiente...”


Estos comentarios sobre el diario sirven para pensar sus noticias desde otra perspectiva. Tomar una actitud crítica ante sus aseveraciones e imaginar cuales son los contra argumentos que no se hacen presentes en la noticia. La necesidad de ejercitarnos es imperante ante la creciente saturación informativa de baja calidad y la consecuente desinformación. Este pequeño ejercicio es aplicable a cualquier texto sobre todo a este que Ud. está leyendo.