jueves, junio 01, 2006

Las iglesias sucumben, Dios ha sido derrocado

por Víctor Malumián


"Si pensáramos que dios está al pendiente de la tierra y sus habitantes, que se preocupa porque se respeten sus leyes y se haga su voluntad, debemos llegar a la conclusión de que dios ha sido derrotado por los hombres, ya que en la tierra nadie hace su voluntad, ni respeta sus leyes. Creo que el hombre ha creado un dios absurdo, es decir, un dios a su imagen y semejanza..."
Thomas Mann

"La religión es una obra maestra del arte de entrenar animales, porque entrena a la gente sobre cómo deben pensar."
Arthur Schopenhauer



Demostrar la existencia de Dios es tan absurdo como probar que no existe. Escapa a cualquier razonamiento lógico ya que sus devotos fundan la explicación en la fe y no en la razón. La efímera longitud de este artículo no pretende influir en el pensamiento de quien lo lee, simplemente dar a conocer otras formas de percibir la realidad que han sido sistemáticamente omitidas o destruidas. Al abordar distintas posiciones dentro del pensamiento teológico cabe anteponer la tolerancia hacia aquel que arriba a conclusiones opuestas a las nuestras.
A pesar de los eficaces intentos de la iglesia católica por eliminar cualquier tipo de pensamiento contrario a su dogma, como la inquisición que ejecutó a miles de herejes en el viejo continente o la reconversión de los pueblos originarios de América latina que culminó con la quema de las bibliotecas Incaicas[1], ha subsistido una serie de pensadores que se resisten a ceder ante el caluroso abrazo de la hoguera.
Gonzalo Puente Ojea sugiere que adquirimos el grillete de la fe durante los estadios iniciales de nuestra vida, cuando somos más permeables a la influencia de las instituciones sociales. La misma creencia que el niño acepta como dada, encontraría una resistencia tajante en un individuo con un juicio racional desarrollado. El adoctrinamiento trabaja con la dinámica de un sistema de pertenencia. Mediante la aceptación se consolida un grupo afín donde el sujeto se siente cómodamente rodeado por otros que comparten su sentir[2].
La institución eclesiástica es definida por Freud[3] como una masa artificial sobre la cual actúa una coerción exterior para evitar su disolución y cualquier tipo de modificación en su estructura. La aceptación de esta creencia conlleva determinadas condiciones, cuyo incumplimiento es castigado y reprimido socialmente. La iglesia incurre en una ilusión de permanente custodia, de un superior que todo lo sabe, el desvanecimiento de esta ilusión desembocaría en la disgregación. La explicación del fenómeno se basa en la psicología colectiva, en la limitada libertad del individuo al ser asimilado y la propagación del sentimientos que se da en los grupos.
Las tribus politeístas utilizaban la religión a modo de dilucidación de los fenómenos desconocidos como la lluvia o el amanecer[4]. Bertrand Russell cree que la religión continúa usufructuando ese espacio, dosificándose a modo de tranquilizante. Ante una situación dada se suprime el intento de reflexionar como se desencadenó el acontecimiento, se relega la responsabilidad a Dios al creer que Él lo quiso. Así se logra el desdoblamiento de la culpa de haber tomado una decisión errónea. Este papel de gran hermano se observa en otras situaciones cuando ante la inminente pérdida de un ser querido se ruega a una instancia que supera nuestro entendimiento para que interceda. La imposibilidad de lidiar con la muerte de un ser querido sumado a la falta de herramientas emocionales se conjuga en la aceptación de cualquier instancia que permita una resolución menos dolorosa, guiados más por la comprensible desesperación que por un acto de la razón[5]. Entre otras, esta era la causa por la cual Nietzsche imploraba el nacimiento del Superhombre y declaraba que Dios había muerto. La defunción declarada es un simbolismo, un llamado a abandonar las iglesias. Enfatiza la necesidad de librarse de Dios para lograr una toma de conciencia radical. Algunos pensadores arriesgan que la creación del paraíso no sólo es la contrapartida del dispositivo disciplinante del infierno si no un bálsamo para aquellos que sufren una pérdida irreparable.
Las creencias son actitudes para alcanzar sentido. La fe en un Dios significa crear a ese Dios, y como es él quien nos renueva la fe, en realidad ese Dios se está creando a si mismo. La religión cumple el deseo insatisfecho del hombre de verse liberado de lo que no comprende, de lo desconocido, del pecado, de los poderes malignos y del dolor. La fe crea su propio objeto. Para evitar este tipo de cuestionamientos el sofisma religiosos se cubre de ambigüedades.
La religión utiliza soportes mágicos para explicar las incongruencias que profesa. La posición que marca a los ateos como carentes de la capacidad necesaria para entender el poder ilimitado de Dios obvia dos puntos importantes. El primero lo teoriza Sebastián Faure[6], asevera que nuestra mente de humano es limitada, pero pregunta ¿Acaso, aquellos que nos llaman limitados por no creer en Dios no tienen la misma mente que nosotros? Entonces ¿Cómo es posible que ellos logren comprender y nosotros no? La paradoja se completa cuando se toma conciencia de que ese mismo Dios que controla el acontecer de sus vidas de forma incomprensible fue él mismo que los creo limitados. ¿Por qué crear un individuo que no podrá comprender las acciones de quien lo concibe y sufrirá por ello? Nos es imposible articular respuesta alguna porque hemos sido creados para no comprender.
Quizás el argumento de la Primera Causa sea el que más fácil se ha rebatido. La vida tal como la concebimos se desarrolla al compás de causas y consecuencias. Ante esta afirmación Dios se erige como la Primera Causa que gestó el mundo. La filosofía se permite dudar sobre esta aseveración mientras los ateístas esbozan que “Si todo debe tener una causa, entonces Dios debe tener una causa. Si puede haber algo sin causa, tanto podría ser el mundo como Dios, así que ese argumento no tiene validez”[7].
Entre las pruebas provistas por la física sobre la inexistencia de Dios se alza la teoría de la conservación de la energía. Explica que la materia no se crea ni se destruye, tan sólo se transforma. No puede existir materia nueva, no puede crearse materia de la nada. En la antigüedad esta postura fue expuesta por Aristóteles. La imposibilidad de crear desde la nada, simplemente se puede combinar elementos preexistentes para dar forma a uno nuevo. Mezclar letras, organizar oraciones para formar sentido. Entonces el universo podría ser la mera conjugación aleatoria de los elementos primarios que tarde o temprano estaba condenada a existir[8].
Otro rasgo que no escapa a la visión ateísta es la intolerancia intrínseca que profesan algunas religiones. Todo aquel que no comparta su pensamiento es automáticamente derivado al sector de los paganos con destino final al infierno. Karl Marx comparó la religión con una droga que ofrece una falsa felicidad mientras mantiene un statu quo dentro de la sociedad y estimula a las personas a ver el cielo como una mejor forma de vida, para poder soportar mejor las penurias en la tierra, sin pensar en cambiar el orden existente en el lugar donde viven.
Karl R. Popper nos facilita una prueba que se basa en la lógica. Nos explica “para que un enunciado tenga sentido ha de tener una forma tal que sea lógicamente posible tanto falsearlo como verificarlo”[9]. Carece de sentido afirmar que Dios es bueno a no ser que se pueda describir como tendría que ser el mundo para que Dios sea malo. La misma encrucijada debe recorrer el enunciado Dios existe.
Otra perspectiva se basa en la perfección. Ante la pregunta ¿Puede lo perfecto producir algo imperfecto? no hay escapatoria. La posibilidad de que un ser perfecto engendre algo imperfecto parece un oxímoron. Lo perfecto es lo absoluto e incorruptible, lo imperfecto es lo relativo y fugaz. Existe una valoración tan directa entre la obra y su autor que suele utilizarse para medir su nivel intelectual. El universo es bello y no caben dudas, nuestro planeta está plagado de paisajes deslumbrantes, pero de esa aseveración a creer que es perfecto o es el mejor de los mundos posibles como consideró Leibnz existe una distancia insalvable.
El último argumento de esta breve lista nos lleva al Plan Maestro. Todo en el mundo está hecho para que podamos vivir en él, el más leve cambio nos impediría habitarlo. A veces este argumento toma una forma curiosa; por ejemplo, se arguyó que los conejos tienen las colas blancas con el fin de que se pueda disparar más fácilmente contra ellos[10]. La parodia de Voltaire sobre el inevitable fin de la nariz a sostener los lentes ejemplifica la inversión de sentido que logra este argumento. Desde la aparición de los escritos de Darwin entendemos porque las criaturas vivas se adaptan al medio. El medio no es adecuado para ellas, sino que evolucionan adecuándose al medio. El sustento de un plan maestro se diluye hasta convertirse en indicios que al forzar la realidad puede leerse en cualquier patrón de la naturaleza.
La verdad escapa a nuestros sentidos. Cuál es el propósito de aquellos que intentan diseminar el ateísmo por el mundo más que convencer a los creyentes que la visión ateísta es la única vía inteligente. El dilema existencial está planteado, por una lado una reconfortante seguridad de justicia divina nos aguarda, por el otro, la certeza que nuestros actos tiene sólo un culpable. Una particularidad reúne a estos pensadores además de su arraigado ateísmo, exclaman Dejad de afirmar vosotros que Dios existe y yo cesaré de negar.

[1] Báez, Fernando Historia universal de la destrucción de libros, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2004, p 144.
[2] Puente Ojeda, Gonzalo, Elogio del ateísmo. Los espejos de un ilusión, Ed. Siglo XXI, Madrid 1995.
[3] Freíd, Sigmund, Obras Completas. El porvenir de una ilusión, (1927), trad. Luis López - Ballesteros y De Torres, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1973.
[4] Tylor E. B., El animal divino, Ed. Pentalfa, Oviedo, 1996.
[5] Bertrand Russell, ¿Por qué no soy cristiano?, Ed. Edhasa
[6] Faure, Sebastián, 12 pruebas de la inexistencia de Dios,
[7] Pronunciado en una conferencia el 6 de marzo de 1927 en el Ayuntamiento de Battersca, bajo los auspicios de la Sociedad Secular Nacional. (Sección del Sur de Londres)
[8] Bertrand Russell, La pesadilla del teólogo
[9] Popper, Karl R., La lógica de la investigación científica
[10] Pronunciado en una conferencia el 6 de marzo de 1927 en el Ayuntamiento de Battersca, bajo los auspicios de la Sociedad Secular Nacional. (Sección del Sur de Londres)