jueves, diciembre 14, 2006

Alberto Girri: la búsqueda de la lengua



por Esteban Moore, Buenos Aires, 2006.

Los premios nacionales de poesía del período 1961-65 correspondieron a Silvina Ocampo, Alberto Girri y Jorge Vocos Lescano, autores cercanos a la revista Sur. Este acontecimiento fue celebrado en la sede de la editorial y el orador principal fue Jorge Luis Borges. En esa oportunidad Borges le dedicó a Girri unas pocas palabras: “... ha buscado y sigue emprendiendo las aventuras más audaces del arte contemporáneo, al mismo tiempo ha traducido ejemplarmente a Donne. Y este hecho tiene una significación especial ya que esas traducciones no están hechas como un ejercicio filológico sino porque hay una esencial afinidad entre el traducido y el traductor. Por lo demás Donne está quizás más cerca de nuestra sensibilidad que de la sensibilidad de muchos de sus contemporáneos. Y de igual manera que Donne buscó no la poesía de la dulzura que todos buscaban en su tiempo, sino esa otra poesía, no menos admirable y ardua, de lo áspero, así Girri ha buscado deliberadamente la misteriosa poesía de la aspereza y de lo –pero sólo aparentemente- caótico.
Es una ardua tarea, como lo he dicho, y él lo ha logrado con la felicidad que todos sabemos.” 1

Llaman la atención en este discurso de ocasión, eminentemente social, en el que también se alude al tópico central de El escritor argentino y la tradición, algunos de los términos utilizados y asombra también la intención de establecer una forzada afinidad entre los poetas aludidos y luego definir sus respectivas búsquedas poéticas con un adjetivo más apropiado para calificar una lija, una escofina o el duro concreto de las autopistas.

Años más tarde, en una entrevista, Borges hablaría de su experiencia como lector de la obra del autor de Casa de la mente: “De Girri puedo decir esto: a veces no lo he entendido; pero siempre que lo he entendido, lo he admirado. A veces el poema me ha excluido, sin duda por incapacidad mía, no por torpeza suya. Yo querría conversar con él, y querría pedirle, humildemente, explicaciones sobre algunas cosas.” 2 A buen entendedor pocas palabras, toda una boutade borgeana, pura estrategia literaria. Lo paradójico es que estas opiniones que pertenecen al personaje público, políticamente incorrecto construido por Borges, han trascendido convirtiéndose en un dictum irrevocable. En la actualidad no son pocos los que consideran que la escritura de Girri conforma un cuerpo textual de difícil penetración, áspero y enigmático, opinión que en una sociedad mediatizada como la nuestra ha funcionado como una perfecta maldición. Pese a ella Girri halló su público, que incluyó un núcleo de lectores atentos, entre ellos: Juan Liscano, Jorge Cruz, Guillermo Sucre, Octavio Paz, Enrique Pezzoni, Danubio Torres Fierro, Jason Wilson, Thomas Merton, Aldo Pellegrini y Jorge A. Paita.

Alberto Girri, argentino de primera generación por parte de padre, nació en 1919 en el barrio de Almagro, realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Rivadavia y finalizó su educación formal en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Allí conoció a Héctor A. Murena y a otros integrantes de diversos círculos literarios e inició una larga y fructífera relación con el suplemento literario del diario La Nación y la revista Sur.

En 1946 publica Playa sola, el primero de una serie de eslabones de una cadena que se extendería hasta su muerte en la década de los 90. A partir de este título inicial surgirían una serie de malentendidos alrededor de este poeta y su obra que se renovarían tenaz y cíclicamente a través de los años. Se ha dicho de él, entre otras muchas cosas, que es un poeta cercano a las poéticas de la generación del 40, que sus textos no sugieren verbalmente, que fue influenciado por el verso blanco inglés, que es un poeta de tono extranjero, que sus intereses se volcaban exclusivamente hacia las literaturas sajonas, que su fraseo no posee musicalidad, que sus textos pueden ser leídos como aforismos, que es un hombre ajeno a la emoción poética y que su poesía es ininteligible.

En Arte poética, incluida en La penitencia y el mérito, esboza un primer plan de trabajo. Esta puede ser considerada una síntesis de los objetivos trazados en lo que podemos denominar su primer período: “Una premisa constante, la duda,/ indagando en la realidad,/ buscándola fuera de contexto;/ la materia a expensas del lenguaje. // “Una síntesis intransferible y bella / con ánimos, bestias, escrituras, / profanados sub especie aeternatis; / la imaginería a expensas de los tormentos. // Una teología creadora de objetos / que se negarán a ser hostiles a Dios.”3 Más de veinte años más tarde declararía que estas conclusiones que para él en su momento fueron un programa se cumplieron a medias. ¿Pesaba en su memoria la escritura de Borges que en su juventud le deparó una grata revelación que nunca olvidaría?

En una entrevista realizada a mediados de los 70 por Santiago Kovadloff y publicada en la revista Crisis, señaló que existe: “Una literatura, una poesía escrita en lengua española, antes de Borges y a partir de él.”4 En otra ocasión, en una entrevista otorgada a Danubio Torres Fierro reproducida en Plural 5, dice a modo de confesión: “En algún lugar Pound observa que es imposible escribir buena poesía si no se ha leído a Stendhal o a Flaubert, lo que es una verdad indiscutible. Entre nosotros, ese Stendhal o ese Flaubert era -es- Borges. Él me mostró la posibilidad de una concisión epigramática, de una sintaxis estricta en el español, cosas que en un principio me parecían inalcanzables.” Girri descubrió tempranamente aquello que Augusto Monterroso hallaría en 1945 en el prólogo a La metamorfosis: “…el lenguaje. Hoy lo recibimos con cierta naturalidad, pero entonces aquel español tan ceñido, tan conciso, tan elocuente, me produjo la misma impresión que experimentaría el que, acostumbrado a pensar que alguien está muerto y enterrado, lo ve de pronto en la calle, más vivo que nunca. Por algún arte misterioso, este idioma nuestro, tan muerto y enterrado para mi generación, adquiría de súbito una fuerza y una capacidad para las cuales lo considerábamos ya del todo negado. Ahora resultaba que era capaz de expresar cualquier cosa con claridad y precisión y belleza; que alguien nuestro podía contar nuevamente e interesarnos nuevamente en una aporía de Zenón, y que también alguien nuestro podía elevar (no sé si también nuevamente) un relato policial a categoría artística. Súbditos de resignadas colonias, escépticos ante la utilidad de nuestra exprimida lengua, debemos a Borges el habernos devuelto, a través de sus viajes por el inglés y el alemán, la fe en las posibilidades del ineludible español.”6

Recuperada la fe en su propia lengua, no solo a través de Borges, sino también a través de aquellos a los que éste se refiere en El idioma de los argentinos: “Mejor lo hicieron nuestros mayores. El tono de su escritura fue el de su voz; su boca no fue la contradicción de su mano. Fueron argentinos con dignidad: su decirse criollos no fue una arrogancia orillera ni un malhumor. Escribieron el dialecto usual de sus días: ni recaer en españoles, ni recaer en malevos fue su apetencia. Pienso en Esteban Echeverría, en Domingo Faustino Sarmiento, en Vicente Fidel López, en Lucio V. Mansilla, en Eduardo Wilde”7; Girri emprendió su solitario camino, la búsqueda de su propio lenguaje, de uno que nada tuviera que ver con ciertas características que Jorge Semprún asocia a: “la complejidad gutural y barroca del castellano.” 8

En el contexto literario vernáculo signado por las corrientes neorromántica y surrealista, decidió que la poesía no era eso que le ofrecían sus contemporáneos. De los neorrománticos rechaza la multiplicación constante de imágenes, el predominio del yo de la enunciación, y una visión del mundo y de las cosas que se resolvía exclusivamente en un lirismo almibarado de exageradas proporciones elegíacas y nostálgicas. De los surrealistas, su actitud grupal; y las consecuencias de ella incentivaron su mordacidad: “…si usted toma una antología surrealista y borra los nombres de los autores de los poemas, en la mayoría de los casos esos poemas pueden ser intercambiables.” 9 Palabras que nos hacen recordar por otra parte el absoluto terror que despertaba en él la uniformidad, el ejercicio de la reproducción impuesta por los modelos de culto. “Y a propósito, ¿no es aguda la observación de Barthes, de que cuando el adjetivo es estereotipado sirve a la ideología, y que hay identidad entre ideología y estereotipo?10

Girri, que había accedido a una educación formal, poseía nociones de las lenguas clásicas y una debilidad por la lengua italiana que sólo podía rivalizar con el amor que sentía por el inglés. Sus lecturas fueron variadas y maratónicas, reconoció influencias de Charles Baudelaire, Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Dante, Catulo, los Padres de la Iglesia (particularmente San Agustín), Celedonio Flores, Wallace Stevens, T.S. Eliot, San Juan de la Cruz, John Keats, y de los letristas de tango como así de la obra de Julio y Francisco De Caro: “La inigualada estilización de esas composiciones […] música de tango que es música a secas, y que en no pocas veces estuvieron en mis afanes por la literatura. Quizás, tanto como en algunos libros, aprendí de su espíritu a perseguir ese ideal de unidad y equilibrio a que todo escritor aspira, y la lección de la parquedad, el apartarse de lo trillado y la falsa elocuencia.”11 Todos ellos compartieron sus preferencias con aquellos otros poetas que traduciría posteriormente y cuyas traducciones -versiones- daría a conocer como apéndices de sus propios libros. Algunos de estos autores, no cabe duda, fueron elegidos por afinidad y gusto personal, otros en cambio, distantes de su propia concepción de la poesía, penetran su mundo referencial porque resultaban funcionales a un proyecto que se iba armando de pequeños fragmentos y descubrimientos.

A partir de la edición de Playa sola el autor dio a conocer: Coronación de la espera (1947), Trece poemas (1949), El tiempo que destruye (1951), Escándalos y soledades (1952), Línea de la vida (1955), Examen de nuestra causa (1956), La penitencia y el mérito (1957), Propiedades de la magia (1959), La condición necesaria (1960) y Elegías italianas (1962). Pero no es hasta la publicación de El ojo (1963), que ciertas tendencias ya identificables en su producción se acentúan ¿se exacerban? Este libro parece ser el definitivo punto de inflexión en su obra, a partir de él ya podemos hablar de un estilo o de una escritura Girri. Significativamente, a este título le siguió una importante antología, Poemas elegidos (1965), cuya selección realizó el autor, y que fue prologada por Jorge Andrés Paita. En ella Paita, un poeta de formación clásica y un lector sagaz, comenta pertinentemente que “…la intuición central del poeta de Elegías Italianas consiste en concebir el mundo y la vida como una corrupción de lo eterno.[…] “En el curso de una labor tan sostenida y vasta esa intuición central no sólo ha permanecido sino que ha logrado concentrarse y ramificarse como un árbol de poderosa arquitectura. Fragmentos de ese sombrío destello, convocados por temas superficialmente distantes aparecen y reaparecen, componiendo con los rasgos de una escritura ya inconfundible esa fuerte y viva unidad que es esencia del arte. Porque en todos los poemas, más o menos a flor de verso, hay en gestación permanente un único motivo, que es la preocupación ética ante un mundo desarticulado.” 12

En El ojo y a partir de él, su verso se despoja definitivamente de lo que él considera excesos retóricos, decorativos y convencionales de la lengua castellana, excluye todo pintoresquismo y adopta un ritmo marcado y fluctuante; el poema desconfía de la imagen, transformándose en un objeto de rígida estructura. En este volumen incluye un texto significativo, en el que se intuye un adelanto de aquello que podríamos esperar a partir de ese momento:


Cuando la idea del yo se aleja:

De lo que va adelante
y de lo que sigue atrás,
de lo que dura y de lo que cae,
me deshago,
abandonado quedo
del fuerte soplo,
del suave viento,
y quieto, las espaldas
vueltas las manos hacia arriba,
apoyo en el suelo,
corazón
abjurando de armas, faltas,
de oraciones donde borrar las faltas,
blando organismo, entidad
que ignora cómo decir: “Yo soy”
y en la enfermedad y la muerte,
vejez y nacimiento,
ya no encontrarán lugar,
como no lo encontraría el tigre
para meter su garra,
el rinoceronte el cuerno,
la espada su filo.

Antes hacía, ahora comprendo. 13

Desde aquí en más y, hasta sus días finales, Alberto Girri dedicaría todas sus energías físicas y espirituales a la literatura, destilando en un renovado proceso dialógico una serie de influencias. En el poema transcrito denota el comienzo de la erosión del yo y la voluntad de señalar una de sus fuentes, Lao-tsé, cuyos ecos serán audibles a partir de aquí en la obra de Girri : “Aquel que se muestra no es luminoso / Aquel que se justifica no tiene eminencia / Aquel que alardea no será recompensado con el reconocimiento / Aquel que se jacta no perdura por mucho tiempo.” 14 “El espíritu individual alcanza el absoluto de sí mismo por sucesivas negaciones; yo soy el que piensa, no el que es pensado; el sujeto puro no se concibe sino como límite de una negación perpetua. La idea misma de negación es pensamiento; no es yo. Una negación que se niega simultáneamente se afirma: negación no es simple privación, sino acto positivo.”15 Esta actitud se refuerza con su condena a “La noción del poeta-máscara, tan pueril en cualquiera que haya escrito alguna vez poemas de aceptable lucidez.”16

“Ahora comprendo”, nos dice en la última línea; comprende que debe desarrollar aquello a lo que en varias ocasiones se refirió como “una sintaxis personal”, “una sintaxis que pueda ser reconocida”, la marca en el orillo de cada texto, su estilo. En el “Que el tono se aproxime al del discurso normal. Que la singularidad de la dicción poética radique más en la estructura que en los detalles. […] Vocabulario extremadamente lineal. Ninguna ambigüedad elaborada, ni asociaciones dificultosas, ni transiciones muy marcadas. […] Que los poemas se eleven a la diafanidad de la prosa. Discurso corriente, transformado en poema. Con idénticas palabras, lograr una forma distinta de comunicar lo mismo.”17

Este lenguaje cotidiano, las palabras de todos los días, es el que deberá encontrar un modo renovado de expresión en el poema, cuyos versos ajenos al canto y el enfásis hallarán los cortes según las emisiones naturales de la voz y configurarán como lo imagina en El dibujo como poema 18, una forma sobre la página en blanco: “por fervor de la mente, el valimiento / de no ser copias serviles sino formas, / purificada acentuación de formas“.

Se ha dicho que por su tono, su precisión, el enfrentamiento de los opuestos, el lenguaje de Girri es comparable al de las ciencias y, que es el discurso de las ciencias, en el que se inspira para definir ciertos aspectos del funcionamiento interno del poema. Ezra Pound ya había dicho: “El ritmo es una forma; existe como existe la quilla de un barco, o las líneas de un motor de automóvil, para un propósito definido, y debe existir con eficiencia, una tan clara y definitiva como aquélla que hallamos en los barcos y los automóviles.” 19 Estas palabras de quien es considerado uno de los maestros de la métrica contemporánea nos guían hasta Walter Gropius, quien en 1923 expresó: “Cada cosa es determinada por su naturaleza, y solo el conocimiento íntimo de ésta nos permite modelarla adecuadamente, con el fin de que cumpla eficientemente sus funciones.”20 Pero estos conceptos ya habían sido expuestos más de tres décadas antes, en los Estados Unidos, por Louis Henry Sullivan, un adelantado en la utilización de estructuras de acero en la construcción, quien defendió la tesis de que la forma es determinada por su función. Este principio del funcionalismo, adoptado de la ingeniería mecánica, tendría distintos grados de influencias en el campo de las artes.

Citar a Pound, un poeta poco comentado por Girri y siempre como al pasar, no es, aunque lo parezca, un capricho. Pues fue él quien en uno de los manifiestos del Imaginismo elevó al rango de “mandamiento” ciertas premisas: no se deben utilizar palabras superfluas, ningún adjetivo que no nos revele algo; el poeta debe comprender que el “objeto natural es siempre el símbolo adecuado”; y en Los Cantos utilizó continuamente el método de “juxtaposición sin cópula”, elaborado a partir del ensayo de Ernest Fenollosa El ideograma chino como un medio para la poesía.

Tenía además algunas ideas personales acerca del ritmo: éste debía producir una especie de estado hipnótico y “se debía componer en la secuencia de la frase musical, no en la secuencia del metrónomo.”21 Estas ideas de un modo u otro tienen un grado de presencia en la poesía del argentino haciendo de Pound, el que habría sostenido que la lengua inglesa es la hermanita menor de las lenguas romances, una fuente que se oculta.

Otros dos casos interesantes son los de Marianne Moore y William Carlos Williams cuyas experiencias poéticas recibieron la atención de Girri La primera comprendió rápidamente que necesitaba desarrollar una mayor disciplina prosódica y diseñó un verso cuyas características nada tienen que ver con la libertad, todo lo contrario, sus textos son de una estudiada complejidad, su diseño visual se articula cuidadosamente sobre la página en blanco, recurren al uso sistemático de la rima y en ellos practica un isosilabismo de número variable, particularidades que le aportan a una tradición poética acentual, una poesía cuantitativa.

Williams, a quien Girri le rinde un inusual tributo en Homenaje a W.C. Williams,22 construyó su verso convencido de que el poema desarrolla una forma rítmica en directa relación a la forma del poema-objeto. En su autobiografía detallaría:” …el poema, como toda otra forma de arte, es un objeto que presenta formalmente su caso y su significado a través de la forma que asume. Por lo tanto, siendo un objeto, así debería ser tratado y controlado.”23

En El motivo es el poema,24 un libro central para su poética, su pensamiento intenta arrojar nueva luz sobre las relaciones y los vínculos que se establecen entre el universo de los significados y el mundo de lo real. En la primera parte Pretextos, Girri utiliza como epígrafe una frase de Vladimir Nabokov: “Not the things you can say so much better in plain prose” (“No las cosas que podés decir tanto mejor en simple prosa”). Con ella no pretende instituir la existencia de tópicos exclusivos para el campo de la poesía. Nos refiere a una lucha espiritual en la que la caracterización del hombre estará dada por el grado de profundidad de su intuición en la recuperación de experiencias originales.

En una sociedad regida por un extremo individualismo las percepciones consisten mayoritariamente de intuiciones no-organizadas. Sólo pueden reaccionar “espontáneamente” hacia el mundo de lo aparente. En este sentido la reacción se transforma en el contrario de la acción y es incapaz de desarrollar una visión más allá de los hechos y los objetos.

Desde este punto de vista y parafraseando a Vladimir Ilich Ulianov podemos decir que para Girri: “…el pensamiento que asciende desde lo concreto hacia lo abstracto, no nos aleja de la verdad, nos acerca a ella.”25 A lo que el poeta seguramente agregaría que el grado de verdad y o de error de tales experiencias serán expuestos por el poema en directo comercio con su posible lector. En este aspecto la abstracción posibilita que la poesía ejerza una de sus funciones sociales: convertirse en un modelo que escape a la alienación, proponiéndose como una posibilidad utópica en un mundo pleno de dolor y muerte.

La poesía de Alberto Girri, un conjunto de textos de una desesperante unidad, no nos deja solamente una visión del mundo, nos entrega una prolongada y rica experiencia, renovada texto a texto, en la que la realidad es el propio lenguaje y éste es constitutivo del devenir humano. Pero también nos entrega una aguda reflexión acerca de la creación poética, de la que no están excluidas las tradiciones de Occidente y Oriente. Asimismo, Girri en este trayecto mucho ha pensado, hablado y comentado acerca de nuestra incipiente tradición poética. Ésta le debe un tono y una prosodia que no se apartó de nuestra lengua coloquial, y el hecho de que éste fue su instrumento para tratar las más variadas cuestiones estéticas y metapoéticas.
Quizás ha llegado el momento de dejarlo vivir en nuestro barrio, o invitarlo a que se siente en nuestra mesa del café. Para ello, tal vez sea necesario escuchar sus textos y mientras lo hacemos no disparar frases como “se inclina por el verso blanco”. Pues podría contestarnos: No siento inclinaciones por el pentámetro yámbico sin rima final. Metro que no es original ni exclusivo de la lengua inglesa, fue introducido por Henry H. Surrey, un estudioso de los modelos italianos, en su traducción de La Eneida (libros II y IV ). Tampoco me inclino por su antecedente el versi sciolti o endecasillabi Sciolti, aunque el verso piano me trae constantemente a la memoria la primera línea de La divina comedia: “Nel mezzo del cammin di nostra vita”. Si usted hallara un endecasílabo en alguno de mis textos, diría que se me piantó, después de una relectura de Urania de Manzoni.



1- Revista Sur, Nº 291, 1964.
2- A. Gurri, La figura de Alberto Girri, (internet), 2000.
3- Alberto Girri, La penitencia y el mérito, Editorial Sur, 1957.
4- Revista Crisis, Nº 40, 1976.
5- Revista Plural, México, (julio 1976).
6- Augusto Monterroso, Beneficios y maleficios de Jorge Luis Borges,
Movimiento Perpetuo, Alfaguara, 1999.
7- Jorge Luis Borges, El lenguaje de Buenos Aires, Emecé, 1963.
8- Jorge Semprún, La escritura o la vida, (pág.159)Tusquets, Barcelona,1998.
9- Alberto Girri, entrevista Jorge Ricardo Aulicino y Daniel Freidemberg,
Diario de Poesía Nº 18.
10- Alberto Girri,Cuestiones y razones (conversaciones), Editorial
Fraterna, Buenos Aires1987 -prólogo de Jorge Cruz)
11- Alberto Girri,Cuestiones y razones (conversaciones), Editorial
Fraterna,Buenos Aires1987 -prólogo de Jorge Cruz)
12- Alberto Girri, Poemas elegidos, antología, Losada, Buenos Aires,
1965, prólogo Jorge Andrés Paita.
13- Alberto Girri, El ojo, Losada, Buenos Aires 1963.
14- Lao-Tsé, Tao Te Ching, capítulo XXIV, (pág. 81) traducción D.C. Lau,
Penguin, Londres, 1979.
15- Alberto Girri, El motivo es el poema (pág. 128) incluído en Lo propio
lo de todos,Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1980.
16- Alberto Girri, El motivo es el poema (pág.50), Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 1976.
17- Alberto Girri, Diario de un libro, (págs. 42-43,96) Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1972.
18- Alberto Girri, El motivo es el poema (pág.13-14), Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1976.
19- Ezra Pound, Antheil an the Treatise of Harmony, Chicago, 1927.
20- Eberhard Schulz,Zwischen Glashaus und Wohnfabrik, Bremen, 1959.
21- Ezra Pound, Litterary Essays of Ezra Pound, ed. T.S.Eliot (Londres,1954).
22- Alberto Girri, Homenaje a W.C. Williams, Sudamericana, Buenos Aires,1981.
23- William Carlos Williams, The Autobiography, Random House, N.Y.1951.
24- Alberto Girri, El motivo es el poema, Sudamericana, Buenos Aires,1976.
25- Ferruccio Rosi-Landi, comentario de Lenin citado en Linguistics and Economics,
Mouton, 1975.

domingo, diciembre 10, 2006

Abrígate, Gladys

a Gladys Marín

Abrígate, Gladys
que la muerte tiene los pies helados
y una lágrima en la sien
No bastarán tus rojos huesos para este viaje
ni la saliva de tu corazón
Date trato
que hay lombrices añorando tus entrañas
tus axilas luminosas
tus rodillas que adivinan el país de los enanos
Ve despacio
no te olvides de marchar entre las tumbas
no te canses
y ojo con las hormigas que te deprimen
con aquéllas que presienten tu color desde lejos
tu color sin maquillaje, tus encías de viento
tu cabello enjaulado que crece cuando ríes
compañera de las horas golpeadas
todo vale en esta noche sin orillas
donde la eternidad pasa descalza entre tus muertos
y tiene hambre de abrazarte
porque sabe que tus gestos resucitan
y se echan a volar sin despedirse
y se pierden en la patria de los sueños
y ya no vuelven
Qué harás ahora sin ti
sin tu esqueleto de pan mojado
sin tus pechos que ladran de orgullo
sin tus sábanas heridas
ahora que la ausencia se desviste para otros
qué harás bajo la tierra sin conocer a nadie
Abrígate, Gladys
y amarra bien tus cenizas por si te arrepientes

por Mario Meléndez

La condición posmoderna de la guerra



Por Rafael Bautista S.

“Me rebelo contra los crímenes que se disimulan con los mejores modales”Jesús Urzagasti

La derecha de antes era, por lo menos, honesta. Frente a ellos se podía decir: “en esta tierra ingrata, donde nos dejaron el hambre y se llevaron el pan”. Pero ahora se llevaron hasta el hambre, y nos asaltan la protesta, el paro, el bloqueo y la huelga. Ahora juguete de niño rico, o sea, mimado y mandón. ¿Se imagina a Quico y Ñoño haciendo huelga?, algo semejante. Pero establezcamos las diferencias. Una huelga de hambre es, como dice Gandhi, un recurso de los débiles, es pacífico, porque el débil es quien sufre la fuerza y el poder prepotente de los que mandan (en su tiempo, el Imperio Británico), es provocado por un amor de justicia; pero todavía un aditamento más, siempre siguiendo a Gandhi (que de huelgas sabía mucho): quien la realiza debe poseer autoridad moral. Ahora bien, ¿se imagina a los ministros británicos haciendo huelga de hambre, en contra de la independencia de la India? Pues ya andamos cerca.

¿En qué consiste la magia de la posmodernidad? ¿Por qué ahora los satisfechos son los que hacen huelga? Cuando el bien aparece como el mal y el mal como el bien, asistimos a una inversión diabólica. Volvemos a la situación original. La revolución francesa proclama la igualdad humana; pero cuando la revolución haitiana, en nombre de aquella igualdad, reclama la liberación de los esclavos, entonces la nación de la “libertad y la igualdad” no duda en hacerle la guerra: el esclavo debe de “indemnizar” a su verdugo por los gastos que le ocasionó su libertad. Haití es el primer país libre con deuda (obligada) externa. El discurso moderno se levanta en nombre de la igualdad, pero se trata de la libertad contractual, es decir la igualdad entre propietarios; lo que provoca desigualdades, ante las cuales se levantan las emancipaciones obreras y civiles. Ante lo cual también se levanta la respuesta aristocrática: “no todos somos iguales”. Es una respuesta fatídica y muestra lo que viene en adelante; su primera figura es Nietzsche y su manifestación más acabada es el régimen nazi. La actualidad de ese discurso es el posmodernismo. Se levantó contra el totalitarismo soviético, pero acabado este nunca cuestionó el totalitarismo capitalista (no existe sistema, dicen, que pueda ser cuestionado en su totalidad); no cree en los “grandes relatos”, así que no ve en el capitalismo sino una simple economía de mercado; niega la historia y, sin embargo, se presenta como una condición de cambio histórico, fin de la historia y, sin historia, todo movimiento se queda en la pura fragmentaridad, porque no se puede postular las últimas causas de la desigualdad humana; así que todo se reduce a contradicciones superficiales que se resuelven por “consenso” o “pacto”, dejando el asunto al parlamentarismo propio de la democracia formal. Pero eso no es lo más grave. Porque cuando relativiza todo también destruye todo criterio para juzgar el bien y el mal y, al no haber criterio alguno, todo se reduce a la habilidad discursiva (no importa lo que se diga sino el cómo se lo diga, si lo dice bonito el malito aparece como el buenito).

Ahora la huelga la hacen los fuertes, qué tipo de paz piden los fuertes; ¿qué dice el Salmo 73?: “… la paz de los impíos. Pues no hay para ellos tormentos; están sanos y rollizos. Por eso la soberbia los ciñe como collar. Por eso el pueblo se vuelve tras ellos. Helos ahí, son impíos, pero tranquilos constantemente aumentan sus fortunas”. Los fuertes aparecen como débiles, el explotador aparece como agredido, el verdugo como víctima, es una secularización diabólica: el mal aparece como el bien. Los que violentaron la ley e impusieron siempre su mayoría de cuoteos y rifaron al país por encima de la constitución que ellos mismos decían respetar, ahora son los abanderados de la ley, la justicia y la constitución. ¿Por qué? La ley que les servía está siendo cuestionada, por eso salen en defensa de ella, por eso no quieren cambios en la ley, por eso quieren dos tercios, para que nada cambie; por eso hablan de “consenso”, lo que significa “negociar”, porque no quieren perder sus negocios, sus beneficios privados. Curiosamente, todas las injusticias se cometen en “cumplimiento de la ley”; por eso los latifundistas controlaban el Instituto Nacional de Reforma Agraria, para hacerse legalmente de sus robos. Es decir, los que se beneficiaban del robo legal (las medidas neoliberales fueron legalmente impuestas con la aquiescencia de los ahora senadores de PODEMOS) ahora amenazan cuando ya no están en el gobierno, y amenazan porque gozan de poder económico y mediático, o sea, pueden todavía manipular la opinión pública. Pero su amenaza es mañosa y se encubre de argucias para lograr respaldo social. El respeto a las minorías es un invento posmoderno que busca fragmentar a las mayorías en identidades aisladas, sin la posibilidad de construir un proyecto común; el sector conservador aseguraba su poder dividiendo al pueblo y gobernando con un falso respaldo que nunca pasaba del 30%, los apetitos de poder les lleva a “consensuar”, o sea, a negociar cuotas de poder; y a eso llaman “práctica democrática”. Ahora ellos se llaman minoría y se quejan de atropello, cuando gracias a un favor (mal calculado) de la vicepresidencia, la ley de convocatoria les dio la posibilidad de estar en la constituyente; perdieron pero, aun así, chantajean.

La clase media les cree porque se han creído el cuento y porque mucho Unitel les ha convencido de que el enemigo es interno y hay que amputarnos de ese cáncer, o sea, racismo disfrazado como defensa de la igualdad, libertad, legalidad, etc. Otra vez, la igualdad moderna reacciona frente a la “atrevida” igualdad de los esclavos. Pero ahora no actúan con las armas, porque ahora cuentan con los mass media, arma mucho más poderosa. Y ellos destacan qué es lo importante y qué no, qué es violencia y qué no; por eso PAT, Red UNO, ATB, Cadena A, Bolivisión, Gigavisión y Unitel deciden que las agresiones en la Universidad Gabriel René Moreno al presidente de la república y al vicepresidente en el hotel los Tajibos, cometidas por miembros fanáticos de la “Unión Juvenil Cruceñista” y el “Comité Cínico de Santa Cruz” no son tales; pero el desalojo que sufren los huelguistas (entre ellos Raul Loayza, que se paseaba cómodamente, como miembro del gonismo, cuando se masacraba al pueblo de El Alto, en octubre de 2003, o Gabriel Dabdoub, dirigente de una de las agrupaciones más reaccionarias de este país, la CAINCO, o el despistado de Juan Claudio Lechin, pobre de su padre) recibe todos los calificativos antojadizos de los titulares de esta mediocracia. Los vecinos indignados del El Alto y La Paz son una “turba”, “violan la casa de Dios”, son “hordas fascistas” (improperio del despistado novelista); mientras que los irascibles y coléricos autonomistas son, como dice Unitel: “la Bolivia democrática, la de los dos tercios, la que no quiere ser aplastada por la mayoría del MAS”. Los agresores se muestran como los agredidos y los culpables como los inocentes, y los tontos útiles prenden velitas creyendo que la minoría son ellos.

“El faraón no les escuchará y se endurecerá su corazón… Con mano fuerte dejará ir al pueblo”. Palabras proféticas. El poderoso no renunciará fácilmente y hará hasta lo imposible por preservar su poder. Es el faraón el que provoca las plagas que se desatan hasta cobrar la muerte de su primogénito, es decir, juega con fuego; juega con la amenaza y provoca la indignación, juega con el chantaje y provoca la violencia; después llama a la violencia que provoca, “intolerancia”, “totalitarismo” y demás chuscadas. “Toda la tierra seguía admirada a la bestia”, dice el Apocalipsis; ¿no es así la adicción de la gente a la televisión? “Profiere palabras llenas de arrogancia y de blasfemias contra Dios…, blasfemando en su nombre”. El mal se muestra como bien y el bien como el mal; inversión de toda ética, relativismo de todo criterio; por eso no hay marchas multitudinarias sino multimillonarias, las huelgas ya no son éticas sino estéticas. Mientras más se destapa la apariencia, más enferma el contacto con lo descubierto; por eso la rabia no puede hacer nido en nuestra causa, hay que condimentarla y hacer de la rabia sabiduría.

La derecha de hoy quiere estar a la moda. Una nota secreta, que circuló entre las damas de la Asamblea de la Cruceñidad, hacía alusión a un estudio de la New Age University: “el carácter estético de la huelga de hambre”. La noticia cundió entre las asistentes que, ante los vanos esfuerzos de la directiva masculina, no cesaba de armar un murmullo que parecía de disidencia. Esta vez, la asistencia femenina tomó la iniciativa, hasta les metieron el dedo a todos los varones (y ni Guiteras pudo decir nada porque ya había dicho que “mostrar el dedo en el Beni no era nada malo”) y amenazaron con dar el ejemplo ante la cobardía de sus maridos. Los cuales, para cuidar las apariencias, les convencieron de iniciar ellos la dieta. La noticia corrió entre los obesos y, previa cancelación de sus sesiones de aerobics, desempolvaron sus sleeping bags, no sin antes atracar diet coke y cheeseburgers (costeadas por el boss). Promociones Gloria, entendida en la anorexia, se ofreció a contratar los servicios estéticos necesarios para tal ocasión; mientras las damas y sus maridos hacían correr la inquietud: ¿si los indios pueden por qué nosotros no?

Un estudio reciente de marketing dio a conocer una preocupante caída en las ventas nacionales de Alfaguara; los preocupados fueron los ahijados de la editora global (porque para Alfaguara el negocio nunca habían sido ellos, que eran mas bien la excusa, sino la reforma educativa). Los premios de novela (entre ellos ex-ministros neoliberales) tendrían nomás que atenerse a las consecuencias. Pero no contaban con el ingenio de los bolivianos. Red UNO ya tenía la novela de Juan Claudio Lechin para que el autor la firme en su huelga, motivando que la venta del libro ganador de un premio nacional de novela recupere su salud, como un favor a la cultura boliviana. En una confesión apresurada, el autor dejó entender que estaría preparando un relato épico (con el auspicio, claro, de Alfaguara, que ya se dio cuenta de lo que pueden las huelgas), cuyo Quijote sería Tutote y Sancho Samuelancho, Dulcinea sería una magnífica y los molinos de viento torres nacionalizadas de YPFB. Unitel ya le ofreció llevar el relato a la pantalla chica, con el nombre de: “El Ingenioso Empresario don Tutote de la Cruceñidad”.

El asunto es hasta histriónico. Pero que no nos lleve a la ira; ese es el favor que necesita el poderoso, porque en el desate de la violencia siempre salen perdedores los de siempre. Por eso juega con fuego, porque siempre paga para que otros sean los que se quemen (para eso tienen canales de televisión, para gozar desde palco la contemplación estética de la destrucción). Seguiré repitiendo, parecía más aconsejable atrasar la constituyente mientras se vayan realizando cambios trascendentales, como los actuales; pero nuestro vicepresidente decidió, casi por decreto, que el pueblo había entrado en franco retroceso y eso le bastó para que, desde arriba, se vaya tomando la iniciativa. Espero que el suceso en los Tajibos le haga reflexionar con quiénes había pactado una ley de convocatoria que ahora está entrampada por las concesiones que dio. Pero las cosas ya están dadas y hay que lidiar con lo hecho. Los dos tercios no son ninguna garantía para una constitución nacional-popular; sobre todo con unas agrupaciones de izquierda, como la de AYRA u otros, con continuos despistes, sólo por ganar protagonismo, siempre a favor de la derecha.

Todavía nuestro gobierno no tiene confianza plena en su pueblo y, sin embargo, ya señaló el Evo, cuando promulgó la ley de tierras frente a los pueblos indígenas: “siento que vienen ustedes y ponen orden”. Y aquello tampoco fue, como creen algunos despistados de izquierda, otro saludo al poder. Los indígenas fueron claros: “damos gracias, pero sentimos que todavía no cuentan con nosotros”, “hay ministerios que aun fallan”, “falta coordinación”. El poder viene del pueblo, no está en las instituciones y es la última legitimación de la democracia. Un cambio pacífico, como el que buscamos, con todas las resistencias posibles, sólo será posible junto al pueblo organizado y a la altura del momento histórico (sin encabritarse, por supuesto, gratuitamente, por algún despistado huelguista).

La Paz, Diciembre de 2006
Rafael Bautista S.
Autor de “OCTUBRE: EL LADO OSCURO DE LA LUNA”
Editorial “Tercera Piel”, La Paz, Bolivia
rafaelcorso@yahoo.com

Cruz tallada en piedra

La cruz, tallada en piedra,
es antigua. La cruz señala
el camino de la ermita. La soledad
en los caminos es la compañía de Dios.
La cruz ha sido guía de viajeros
durante siglos, y la humedad le ha dado
el color rojizo de la piedra oxidada.

Juan Pedro Cerrato
www.jpcerrato.com