viernes, marzo 16, 2007

César Fernández


Cuando esbozo una pequeña línea, quizás primero pienso en un color, o de pronto en una textura, lo cierto es que recuerdo un rostro, pero yo sólo pienso en la mirada, y lo más seguro es que, ya sea por el brillo o por el tizne de los ojos, esa mirada me invoque una situación vivida. Antes de respirar profundo, ido en el desvanecer de la estela que dejó el recuerdo, ya finalicé el trabajo.