viernes, abril 06, 2007

Taxi, por Raquél Cortés Fernández, desde España

TAXI

Conocí un taxista. Conocí cien, y todos ellos sin excepción alguna asumían perdidas de visión. Retinas con carencia de asombro. Pupilas esperando sorpresa.

Los espectáculos usados, las calles repetidas. La lente de cada uno se desgasta con el tiempo.

Conocí un taxista. Uno que recorría una misma plaza todo el tiempo. Un día para cambiar la rutina decidió dar la vuelta. Ir en dirección contraria a como lo hacia siempre. Chocó contra si mismo al encontrarse de frente. El coche salió despedido varios metros más allá. Fue a pedirse disculpas. Tuvo que cruzar toda la calle. Se miró desde arriba. Percibió marcas de relojes en sus muñecas, marcas de corbatas en el cuello, en sus tobillos...sintió lástima y asco. Se acerco un poco más mirando el lugar. Al verse en otro sitio por el que siempre circulaba se asustó y echo a correr. Vio como el mismo se perseguía por toda la calle y se asusto aún más. Se perseguía sin permitirse el perdón o la culpa. Corrió tanto como pudo para que el mismo no se pudiera alcanzar.

Raquel Cortés Fernández (reitxelus@hotmail.com)