sábado, agosto 18, 2007

Otredades

por Mariana Calcagno


Un cíclope se acerca despacio, enojado, insomne. Está muy cerca de mis ojos y temo que me vea a través de su brillo, que sepa quién soy cuando estoy conmigo, que me convierta en una de los suyos. Mi boca se entibia con su aliento y me desangro del miedo a que me quiera besar. Vomitaría adrenalina si pudiera, si tuviera tiempo, pero es demasiado riesgoso moverse ahora. Bajo los párpados y suspiro entregada a una sorpresa fatal, aunque inocentemente espero un guiño del destino. Mientros pienso obviedades percibo que duda y lo miro. Lo miro de verdad. Lo miro para que se rompa enfrente mío. Alguien alguna vez me dijo que mi mirada era más sabia que mi voz. El cíclope me ataca con su pupila serena, derribando mi amenaza, parodiándola con una crueldad que inventé para odiarlo. Aspira el aire que compartimos y me dice: "Dame la mano, ninfa, yo no te tengo miedo".


La única lágrima que se me escapó cayó desnuda en su empeine y desapareció,
salada y sola,
desvaneciéndose sin culpa,
y sin camino de regreso.

para leer más www.dondeestamicebra.blogspot.com